Reivindicando Blogger: Proyecto #UnaImagenMilPalabras - El templete de los olvidados.

13 de julio de 2015

¡Hola! ¿Qué tal el verano? Aquí os traigo relato para el proyecto #UnaImagenMilPalabras de Reivindicando Blogger. Pasaros por el blog, allí podréis encontrar los links a los blogs participantes y mañana los links a todos los relatos. Os animo a apuntaros a Reivindicando para los próximos proyectos. Es una gran forma de ponerse a escribir sin excusas y siempre acabas teniendo más de un relato (para este proyecto hice tres y este es el tercero). 

Yo he elegido la imagen del bosque y el templete y un torreón. Y como canción elijo con la que he escrito en modo repetición. La encontré en spotify por casualidad y la utilicé así que os dejo el enlace en youtube. Os aconsejo ponerla en repetición por que no se si os dará para todo el relato y es mejor que este todo el rato puesta. ¡Espero que os guste!

Only Time - The O'Neill Brother
El templete de los olvidados

Las ramas golpeaban sus brazos mientras corría sorteando los árboles. Los años la habían vuelto una mujer alta y delgada, de rostro afilado y ojos casi felinos. Los años habían vuelto el bosque más denso. Los años lo habían cambiado todo.

Aquel día estaba en el mercado cuando había oído los rumores. Habían visto a alguien en el templete de los olvidados. Su corazón se encogió al oírlo. Todo el mundo sabía que nadie pisaba aquel lugar. Cómo mucho se acercaban al pie del montículo y sólo si se veían obligados para coger buena leña o setas peculiares que sólo aparecían por esa zona.

En su interior palpitaba su secreto, como un corazón extra que intentaba ahogarla en el recuerdo. Durante años había aprendido a controlarlo, a no dejar que la enormidad del secreto la envolviese y la hundiese.


Llegó a una zona del bosque en la que los árboles se separaban un poco más y dejaba llegar los rayos del sol. Eran dañinos y parecían buscar formas de colarse entre el follaje para cegar y detener a la joven. Cerró un poco las pestañas y continuó corriendo sin mirar por dónde iba.

Tropezaba y volvía a tropezar. Años atrás podría haber ido corriendo con los ojos cerrados pero hasta el bosque cambia, hasta la naturaleza decide renovarse. Pero ella no podía, no debía ni era capaz de cambiar. Lo tenía prohibido y la causa estaba en aquel secreto que la removía por dentro.

Pero no caía, procuraba no hacerlo. La caída le recordaba que siempre se levantaría, aunque ella no quisiera. Siempre viviría sin vivir. Que siempre sentiría dolor y se haría daño pero jamás fluiría sangre de su propio organismo en la caída. Siempre y jamás. Sin excepciones, en ella no las había desde el día en que su corazón había dejado de latir.

Vivía en una mentira y envolvía a los que la conocían en ella. Intentaba no relacionarse demasiado y el esfuerzo por parecer viva, falseando la respiración y el movimiento de sus apagados pulmones, la cansaba hasta un límite que en vida no había llegado a conocer y muy diferente al cansancio físico. Era como un dolor de cabeza latente, que sabes que esta ahí y te duele, pero que es tan continuo que termina siendo parte de ti.

Se detuvo cuando el suelo natural dio paso a un empedrado envuelto en musgo y hiedras. Del suelo parecían surgir a golpes dos muros de media altura. Uno continuaba como un pequeño muro que recorría el terreno llano de la izquierda hasta el final. El de la derecha iba haciéndose cada vez más alto hacia abajo, con la forma del montículo sobre el que estaban construidas aquellas solitarias ruinas. Un metro más adelante parecían ya completos y continuaban sin roturas importantes.

Al fondo, a la derecha de unas escaleras en las que el musgo parecía no poder llegar, había un templete y más allá un pequeño torreón. La joven hubiera cogido aire de haber necesitado respirar pero no estaba ahogada por la carrera. Abrió los ojos, el sol parecía haber cambiado de dirección, aunque eso era imposible. Aunque aquel era un lugar diferente.

Un lugar que las gentes olvidaban y que se recordaba de cuando en cuando con rumores como el que la había llevado hasta allí. Las gentes lo olvidaban, ella no. Ella jamás. Allí era donde había muerto y donde se había vuelto eterna.

Caminó despacio, con pasos inseguros. Aquel caminar provocaba un atisbo en su memoria, un dejà vú. Subió las escaleras y se detuvo a la mitad. Se giró y contemplo el templete. El movimiento de las ramas con el viento al fondo provocó que su memoria le devolviese una imagen de años atrás en el templete.

Un joven se acercaba a una muchacha que lloraba en un rincón y le tendía la mano. La muchacha dejó de llorar y abrió sus ojos verdes hacia él. El joven tenía unos ojos almendrados, felinos y misteriosos. La muchacha supo al instante que parecía triste. Ella misma había escapado de su casa y se había ido a aquel lugar que las gentes olvidaban y prohibían. Pero ella se había visto atraída por aquel lugar.

La mujer cerró los ojos y trajo a su mente una imagen más nítida del muchacho. Lionel había sido un Olvidado, un condenado por los Jinetes, un heraldo. Así se había presentado aquel día y es como se lo había explicado el día que ella había vuelto a aquel lugar para buscarle. El joven no tenía latido y ella se había asustado. Había creído que estaba hablando con un muerto. Pero no. No era un muerto. Era real.

Era como ella era en ese instante. Abrió los ojos y continuo caminando hasta el torreón. Allí había puesto fin a la condena del joven. Sin que el se lo pidiese y sin que él lo quisiese. Durante varios meses lo había visitado y se habían hecho amigos.

Un día ella se marchó y no volvió hasta dos años después. Y allí seguía el joven. Podía ir adónde quisiese o adónde lo enviasen los Jinetes si lo necesitaban, pero se había quedado allí. Y ella regresó. Se disculpó y continuó visitándolo. Era una muchacha solitaria, no lograba relacionarse con las chicas de su edad y tampoco le apetecía hacerlo.

Con Lionel era distinto. Era misterioso y contaba historias emocionantes y llenas de una nostalgia que hechizaba a la joven. Pero siempre parecía triste y ella quería cambiar aquello. Poco a poco, con paciencia la joven unió las piezas de lo que Lionel le contaba sobre él mismo. El joven se lo contaba a cuentagotas y muchas veces cuando ella presionaba de forma leve.

La mujer se sentó en uno de los bordes del muro y cerro los ojos despacio. Si él había regresado debía dejar que él quisiese presentarse. A pesar de que durante tantos años había cosechado una profunda paciencia, un cosquilleo punzaba su corazón estancado con el miedo a que él no quisiese verla.

Cuando descubrió que la condena del joven le impedía a su corazón latir y vivir una vida, la joven descubrió que quería devolvérsela y entonces supo que le amaba con fuerza. Nunca supo si él la amaba también pero le daba igual. Ella creía que había tenido una buena vida, corta pero bonita. Sin problemas ni sufrimiento. Podría ser que hubiera sido muy solitaria pero no veía problema en ello.

Un día se había acercado a la torre, con Lionel y le había pedido que cerrase los ojos. Él muchacho lo hizo y pareció no darse cuenta de lo que la joven estaba a punto de hacer. Cogió sus manos y cerró los ojos.

Jinetes, ya habéis sido servidos por Lionel. Permitidme que lo suplante, que ocupe su lugar. Sé que esto se puede hacer, estoy segura de que se puede. No se que tendré que hacer pero sí sé que Lionel merece vivir, ¿no creéis? Jinetes permitidme tomar el relevo, permitidme continuar pagando yo ese precio.

Al principio no había ocurrido nada pero unos instantes después de terminar su petición sin decir una sola palabra, un escalofrío recorrió su espalda mientras notó como una calidez envolvía sus manos y comenzaba a recorrer sus brazos. El joven había abierto rapidamente sus ojos y había intentado desengancharse del agarre pero una fuerza misteriosa lo había detenido de sus intenciones.

La chica recordó como Lionel gritó su nombre, con dolor y un deje de impotencia.

- ¡Saphir!

Quizás la amaba, quizás sí que lo hacía. Se permitió pensar en ello mientras sus ojos continuaban cerrados. Lionel no se rendía, intentaba desasirse y detener el cambio que se estaba produciendo. Sus ojos almendrados cambiaron y se volvieron totalmente humanos. Un dolor punzante recorrió su pecho y notó el pálpito acelerado de su corazón. Parecía no haber estado parado nunca. Vivía.

La joven soltó al muchacho y abrió los ojos lentamente. Sus ojos verdes eran felinos, como los del joven antes del cambio. Ahora Lionel era el humano y ella era la Olvidada, el heraldo de los Jinetes. Sintió que había olvidado algo, tenía la sensación de carencia en todo su cuerpo.

Su corazón había dejado de latir. Se apoyó en el torreón y miró a Lionel. La información la golpeo incesante. Los Jinetes eran ahora sus dueños. Cuando le ordenasen algo debería cumplirlo, cuando tuviese que poner a prueba a algun humano debería hacerlo. Así funcionaba.

- ¿Quién eres?

La pregunta de Lionel la hizo pedazos y sin hablar se fue acercando al joven. Él la miro con miedo, los ojos de la joven le parecían los de un monstruo. Salió corriendo y Saphir no volvió a saber de él.

Durante todos aquellos años había ido de ciudad en ciudad, no sólo por ver si él había logrado una buena vida sino para que nadie se percatase de su inmortalidad. Los Jinetes no habían dado ninguna orden.

Y tres años atrás había regresado. En el pueblo no le quedaba nadie conocido, nadie que se percatase de su secreto. Y allí estaba de nuevo, al lado del torreón en el que Lionel había olvidado lo ocurrido. Le consolaba pensar que el joven jamás recordaría la tristeza que parecía sufrir cada vez que hablaba con ella. Ella jamás lo había descubierto.

Se quedó allí sentada y de pronto oyó sonidos entre los arbustos que rodeaban el montículo en el que se encontraban aquellas ruinas. Saltó hacia el muro izquierdo y se quedó alli escondida. Oyó los pasos, eran calmados y parecían inseguros.

De pronto se detuvieron y Saphir fue moviéndose despacio para poder ver si era él, si había vuelto a recordar, si había vuelto por ella. Cuando vio a la persona su corazón se rompió en pedazos.

Había sido una estúpida. ¿Acaso Lionel no habría envejecido y seguramente muerto ya? El tiempo era tan relativo para ella, eran tan prescindible que a veces sentía que jugaba con ella. Y había jugado con ella de una manera cruel. Y ella había dejado que sucediese.

Una chica estaba sentada en el templete. No parecía ser la primera vez que iba allí. Había ido directa allí. Saphir saltó de nuevo hacia las escaleras y se quedó frente al templete. La joven la vio y en vez de huir o tener miedo, se quedó allí, callada y quieta.

Saphir la miró. Un escalofrío le recorrió la espalda y una orden de los Jinetes se coló en su mente. En ese instante comprendió la tristeza que había visto en Lionel, no era tal. Era compasión y el dolor que generaba. Apretó el puño sin que la viera la joven y se presentó de la misma forma que Lionel había hablado cuando lo conoció.

- Me llamo Saphir y soy una Olvidada. Un misterio, un recuerdo olvidado, un fantasma del pasado. ¿No deberías tener miedo? –intentó sonreír con misterio y no supo si lo había conseguido.

La joven sonrió suavemente y respondió con una voz suave y dulce.

- No.

El bosque volvió a cobrar sentido, volvió a parecerle el mismo y Saphir supo que nada había cambiado en los árboles y en las rocas. Había sido ella la que había cambiado, ella la que estaba repitiendo la historia en otro rol. El viento revolvió su pelo y el reflejo del sol en sus ojos los volvió misteriosos para la joven que estaba sentada.

El círculo volvía a cerrarse.

8 comentarios:

  1. Maria, me ha gustado un montón el relato. De los que llevo ¡es el más largo! Y eso ya es un triunfo ajajaj Me ha gustado mucho la historia y creo que es maravillosa. Muy bonito, de verdad. Me parece que has creado un conjunto precioso y acertadísimo. Un abrazo

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  2. Me ha encantado! Una historia muy hermosa y triste a la vez. Es largo, pero merece leerse cada palabra escrita. Me ha gustado mucho como transmites esos sentimientos de melancolia.

    Un saludo y sigue asi.

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  3. Una historia genial y apasionante. Me ha cautivado desde las primeras líneas. Muchas felicidades porque escribes genial. Un abrazo! :)

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  4. ¡Gracias! Me estoy emocionando, me alegro muchísimo de que os haya gustado y no se como agradecerlo *-* Gracias por leerlo y comentar ^^
    Un fuerte abrazo,
    María

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  5. ¡Uah! Me ha parecido genial. La verdad es que de esa foto se podían sacar muchas historias, pero no se me habría ocurrido una como la tuya :) Está muy llena y muy bien descrita.

    ¡Un beso!
    Étincelle

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  6. Igual que me pasó cuando te leía hace ya sus años, me quedo atrapada en tu manera de escribir María.
    Es una historia que te daría muchísimo de sí, que podrías extender y escribir. Quedaría una obra impresionante, de verdad.

    Chapó, CHA-PÓ María.
    Un beso de pera,
    Van.

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  7. Un relato hermosísimo, creo que el mayor logro es que te centraras en el punto de vista de Saphir y que no insistieras demasiado en el trasfondo de los Jinetes. Le da un aura de misterio que va muy bien con la imagen elegida. Youtube no me dejó escuchar la canción (no sé por qué).

    Saludos!

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  8. Me ha gustado mucho María ^^.
    El final me ha sorprendido porque extrañamente no lo esperaba; únicamente al final, al espesarse el sentimiento de compasión por la vida y la melancolía, lo he visto venir y cobrar mi alma.
    Charlemos de nuevo pronto,
    un abrazo muy fuerte,

    Naif.

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